El entorno natural y su poder restaurativo.

Existe gran variedad de recursos que durante siglos han apuntado a los beneficios que podemos obtener al pasar tiempo en la naturaleza, dichos beneficios van desde lo psicológico, emocional y hasta lo social.

Dentro de estos recursos existe desde los 1980s la teoría de la restauración de la atención que asegura que las personas son capaces de concentrarse mejor después de haber pasado un tiempo en un entorno natural o incluso tan sólo después de haber observado imágenes de dichos entornos.

Sus efectos pueden observarse, por ejemplo, después de haber mantenido una concentración directa durante un periodo prolongado, ya sea al estudiar para exámenes o al haber trabajado arduamente en un proyecto o asignación.

La forma en la que es capaz de otorgarnos estos beneficios tiene que ver con mantener un estado de concentración indirecta en el entorno, es decir, poner atención en los árboles, las nubes, plantas y animales no agresivos permite que nuestros recursos neuronales que guían la concentración directa puedan ser “recargados”.

Rachel y Stephen Kaplan, autores de la teoría, indican que para que el entorno pueda ser considerado como restaurativo debe cumplir con ciertas características:

  1. Fascinación. Debe despertar gran fascinación en la persona. La cantidad de fascinación es proporcional a la de restauración.
  2. Salir del entorno habitual. Puede ser objetivo, como viajar una gran distancia, o subjetivo, como salir a un parque cercano donde podemos sentir que nos alejamos de la cotidianeidad.
  3. Extensivo. Indica que debemos ser capaces de dejarnos ir totalmente en el entorno. Requiere pues cierta familiaridad para no tener que pensar demasiado en él.
  4. Compatibilidad. Se trata de que el entorno cumpla con las preferencias y objetivos que una persona busca.

Otros beneficios

A partir de la publicación de la teoría otros investigadores han tratado de evaluar las aplicaciones y beneficios de la exposición a los entornos naturales encontrando que no sólo ayuda con la concentración sino también con la reducción del estrés y, probablemente como consecuencia, los grados de violencia en las ciudades.

Un estudio en particular ha apuntado observaciones sobre pacientes en hospitales que después de una cirugía fueron alojados en una habitación donde podían observar árboles a través de la ventana, encontrando que estos reportaban una recuperación más rápida, menos complicaciones y menor necesidad de ingesta de analgésicos, en comparación con aquellos que carecían de dicha vista.

En otro estudio se evaluó el impacto de las áreas verdes en los residentes de un afamado grupo de condominios desfavorecido en la ciudad de Chicago, EEUU. Se encontró que aquellos vecinos expuestos a las áreas verdes podían entrar con mayor facilidad a un modo de resolución de problemas donde el desborde emocional era menor. Lamentablemente este estudio lo ponde dentro de un cuadro de ayuda a la disminución de la pobreza, como si el factor más importante de ella fuera el poder individual y no el sistema desigual, explotativo y disfuncional en el que vivimos.

En un estudio satélite del anterior se encontró también lxs niñxs y adolescentes que viven en zonas residenciales sin espacios verdes tienen entre 15% y 55% más de riesgo de padecer un desorden psicológico.

El monólogo interno y mi experiencia personal

Me encontré por primera vez con esta teoría en el libro Chatter de Ethan Kross que trata de cómo podemos entender, lidiar y re-enfocar nuestro monólogo interno. En el contexto del libro el beneficio de la exposición a los entornos naturales es utilizado para poder ejercer un control reiterado de dicho diálogo, es decir, no podemos cambiar los argumentos mentales (generalmente negativos) ni ejercer otras facultades de control si no tenemos la capacidad de concentración adecuada.

Existe también en el libro otro argumento relacionado con la característica clave de un entorno restaturativo: la fascinación causada por un entorno natural nos permite sentirnos unidos a algo mucho más grande que nosotros mismos disminuyendo el tamaño de nuestros pesares. Cuando te encuentras ante algo vasto e indescriptible, como puede ser la naturaleza en muchos aspectos, es difícil seguir pensando que tú y la voz en tu cabeza son el centro del universo.

En los momentos en que hallé esta información estaba enclaustrado en un ciclo de pensamientos abrumadores causados por la pandemia. El encierro, las medidas gubernamentales relacionadas a la educación de nuestrxs hijxs en casa combinado con la alta demanda en mi trabajo y en general la incertidumbre que causaba el no tener ni los medios ni los datos suficientes sobre la enfermedad estaban mermando mis capacidades de manejar la situación.

Dado que la teoría me pareció altamente atractiva decidí aplicarla a mi vida cotidiana. Recordemos que aunque lo mejor es salir por varias horas al monte no es necesario tener que hacerlo para obtener beneficios de los entornos natualres. Basta con mirar árboles por la ventana o incluso fotografías de campos, selvas, bosques y playas en nuestro fondo de escritorio. Decidí entonces aplicar los siguientes cambios en mis hábitos:

  1. Cambiar mi lugar habitual de trabajo desde casa. Al principio estaba sentado en el cuarto a oscuras mirando hacia la pared, cambié este entorno mediante una mesa plegable para poder sentarme junto al pequeño ventanal al norte del departamento donde puedo observar claramente el cielo y los árboles de esa zona.
  2. Salir cada mañana a correr por el parque para poder ver el amanecer. La bonita sensación de ver el rojo de la mañana (cuando no está nublado) es apreciable. Despierta un gran disfrute y motivación en mi persona. Este efecto lamentablemente sólo puede lograrse en primavera y verano ya que en las otras estaciones amanece demasiado tarde.
  3. Terminar el día con un paseo que recorre los dos parques más grandes de mi zona. Al finalizar la jornada laboral busco poder dar una caminata a través de dichos parques. Me ayuda a tener un ritual de fin del día y a poder admirar el entorno.
  4. Dar un paseo en el bosque los fines de semana.
  5. Cambiar mis fondos de pantalla en la computadora por unos de entornos naturales.

Aunque en mi caso no estaba lidiando con una convalecencia clara puedo decir con empírica certeza 😉 que todos estos cambios han otorgado resultados positivos en mi percepción de la situación y el sentimiento abrumador descrito anteriormente.

Considero que especialmente cambiar mi hora de ir a correr para poder admirar el amanecer (lo cuál es el tema del siguiente artículo del blog) es el que más ha procurado por mi bienestar junto con el cambio de la disposición del lugar de trabajo en casa.

Para finalizar quisiera también recalcar que no sólo debemos entablar relación, procurar y defender a la naturaleza porque nos trae beneficios inimaginables, lo cuál sería un enfoque plenamente utilitarista, sino porque simplemente sin ella, y sin un sentido de arraigo a la tierra, no existimos como humanos.

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Construyendo hábitos que perduran o de cómo lograr que nos guste lo que queremos hacer – Blog de Raymundo Vásquez Ruiz -

[…] compartida. También de forma individual es posible si logramos una conexión con nuestro entorno, de preferencia natural, o simplemente usamos el tiempo para centrarnos en nuestro cuerpo o […]