Zonas de sacrificio: lavado de imagen verde de la infraestructura digital con fines de lucro como una ilusión para la sostenibilidad

Al igual que muchas personas recientemente me he preocupado cada vez más por los impactos ambientales y sociales del sector digital en el mundo. Esta motivación me ha llevado en fechas recientes a centrar mi trabajo en centros de datos y servicios en la nube basados modelos poco convencionales y que toman en cuenta sus efectos mediante la huella de carbono. Este trabajo me ha llevado a conocer profundamente el mundo de las Tecnologías Verdes analizando las afirmaciones de sostenibilidad en la industria de los centros de datos, colaborando en proyectos y comunidades de sostenibilidad y asistiendo a eventos dedicados a este tema. Sin embargo, después de más de dos años, no he encontrado una respuesta satisfactoria a mis preocupaciones para este sector. El rápido crecimiento de la IA ha exacerbado drásticamente estos problemas. A pesar del discurso optimista el consumo general de recursos de la industria continúa aumentando a un ritmo alarmante. Los esfuerzos de sostenibilidad están siendo superados y a menudo socavados. Si bien la tecnología puede ser una fuerza para el bien, un cambio significativo requerirá enfrentar problemas fundamentales en cómo funciona el mundo digital.

Cambiando valores: sobre las Tecnologías Verdes

En el campo de las tecnologías de la información, las llamadas Tecnologías Verdes (del inglés Green Tech) están moldeadas principalmente por las mismas empresas privadas que controlan la infraestructura digital global, ya sea por su influencia directa o porque se siguen respetando sus narrativas y agendas. Estas empresas ejercen un poder significativo y operan bajo la misma ideología que ha alimentado la crisis que enfrentamos hoy en día: la búsqueda de un crecimiento infinito, la ilusión de la abundancia natural infinita, la creación de zonas de sacrificio1 y la perpetuación de jerarquías globales. Esta ideología está fundamentalmente en desacuerdo con el cuidado adecuado de la naturaleza y ha encontrado un aliado en los gobiernos nacionales2 3.

Como tal, las discusiones actuales sobre Tecnologías Verdes a menudo se centran en medir y reducir el consumo de energía, en aplicaciones y equipos, y en encontrar fuentes renovables de energía, principalmente porque su consumo está estrechamente relacionado con las emisiones de CO2. Este enfoque también refleja el alcance limitado adoptado por las instituciones públicas, como la Unión Europea4. Al hacerlo, la crisis climática se enmarca como un problema técnico en lugar de social, ambiental, económico y político. Como resultado, las soluciones propuestas tienden a ser superficiales: herramientas de software que rastrean o estiman el uso de energía, orquestadores que cambian los cálculos por todo el mundo dependiendo de la mezcla de energía5, sistemas de IA diseñados para calcular posibles reducciones de emisiones y, hoy en día, aún más radical, construyendo o reutilizando reactores nucleares para alimentar la infraestructura. Sin embargo, estas soluciones no abordan las consecuencias más amplias de tales operaciones a escala global6 y no tienen en cuenta la paradoja de Jevons7. La paradoja ocurre cuando los avances tecnológicos hacen que un recurso sea más eficiente y, como resultado, la demanda general aumenta, lo que hace que el consumo total aumente; un concepto nacido en 1865 Inglaterra a partir del análisis del consumo de carbón.

Estos esfuerzos crean poco más que una ilusión de sostenibilidad. Ignoran los problemas sistémicos más profundos al tratar esto como un desafío de emisiones de energía. Peor aún, pueden ocultar los costos ocultos de las llamadas infraestructuras “verdes”. Por ejemplo, la construcción de instalaciones de energía renovable a menudo implica el acaparamiento de tierras, agresiones contra los defensores ambientales, así como el uso masivo de agua y su contaminación 8 9 10. Estas realidades también son particularmente evidentes en regiones donde se extraen materias primas como el litio11 12. Sin embargo, en los foros de Green Tech a los que he asistido, tanto en línea como en persona, los impactos socioecológicos de la minería de litio se descartan al considerar su sola mención como algo regresivo y a menudo es recibido con hostilidad.

La industria de tecnologías digitales muestra poco interés en tener discusiones significativas sobre la reducción de la extracción y el almacenamiento de datos13, la minimización de la demanda de material, la extensión de la vida útil de los dispositivos o la decisión colectiva de qué tecnologías y servicios son esenciales y cuáles no. En cambio, el enfoque sigue siendo garantizar que todo esté siempre encendido, disponible y creciendo exponencialmente. Conceptos como la escalabilidad, la alta disponibilidad y la redundancia, tanto en infraestructura como en aplicaciones, están tan profundamente arraigados en la mentalidad de la ingeniería que no permiten diálogos significativos sobre alternativas. Además, hay una discusión sobre las ideologías subyacentes que impulsan estas prácticas o por qué dominan la industria. Como consecuencia, el hardware informático y la infraestructura para sostenerlo, principalmente los centros de datos, crecen exponencialmente14 mientras que su utilización sigue siendo baja15 16.

Las tecnologías digitales pueden presentarse de forma única como agentes de productividad, eficiencia, progreso y, ahora, incluso sostenibilidad. Ocultan efectivamente los verdaderos costos de su creación, uso y eliminación: la esclavitud, la minería, la extracción, los conflictos, la contaminación y el acaparamiento de tierras rara vez forman parte de la lógica de toma de decisiones del consumidor al comprar. Esto no es accidental bajo valores capitalistas, donde se gastan grandes presupuestos de mercadotecnia para garantizar que los consumidores se sientan atraídos por un producto, tanto de manera consciente como inconsciente.

Mientras las empresas privadas establezcan la agenda ambiental, no habrá incentivo para desafiar el status quo o priorizar un cambio genuino que pueda revertir el daño. El objetivo principal de estas corporaciones es maximizar las ganancias para sí mismas y sus inversores y adquirir más poder a escala global. La exclusión de las comunidades locales de los procesos de toma de decisiones continuará, ya que cualquier relación con el territorio podría desafiar sus intereses. En cambio, “ser verde” se seguirá utilizando como herramienta de marketing, convirtiendo la sostenibilidad en una nueva frontera para la extracción y el beneficio.

Cambiando sistemas desde la narrativa

Debemos repensar todo e ir más allá de los intereses capitalistas, el individualismo, las jerarquías y la desposesión. El cambio real requiere un cambio de perspectiva, uno que priorice la autonomía, la convivencia, el bienestar colectivo y la justicia. En mi época universitaria tuve la oportunidad de trabajar en servidores autónomos y estaciones de radio en poblaciones del sur de México. Esta experiencia desarrolló en mi la pasión por las tecnologías digitales que sirven directamente a las comunidades.

La comunidad de la ingeniería tiene un poder considerable para hacer que esto suceda. Sin embargo, considero que algunos aspectos deben cambiar fundamentalmente:

Primero, tenemos que dejar de ser tecnocéntricos. Debemos entender que la tecnología no existe en el vacío y no es inherentemente buena, mala o neutral. La experiencia de la tecnología proviene de las interacciones entre las fuerzas sociales, políticas y económicas que la rodean. Diferentes cosmologías darán forma a diferentes tipos de tecnologías y no reconocer esto lleva a la ilusión de un enfoque universal.

En segundo lugar, debemos dejar de asumir que más tecnología es la solución a los desafíos sociales y ambientales. Como ingenieros, nuestro primer instint es enmarcar las cosas como una dicotomía de problema versus solución técnica. Esta perspectiva limitada nos impide descubrir las causas más profundas de las problemáticas. En cambio, debemos ampliar nuestra visión, considerando la red completa de relaciones que dan forma a la situación.

En tercer lugar, tenemos que abandonar el mito del crecimiento infinito. Esto último es físicamente imposible y contribuye directamente a la destrucción del medio ambiente. En cambio, necesitamos centrar nuestros esfuerzos en las necesidades de las comunidades para crear nuevas tecnologías solo cuando sean realmente necesarias.

Finalmente, necesitamos comenzar a centrar las tecnologías en torno al cuidado: el cuidado de la tierra o el territorio que habitamos y el cuidado de las comunidades que lo sostienen. Centrarse en el cuidado es una forma sencilla de revertir la jerarquía que la ideología dominante ha estado imponiendo durante demasiado tiempo.

Equidad: Transición lejos del poder corporativo

En varias regiones del sur de México, la comunalidad es clave para cómo nos organizamos e inspira diversas cosmologías tecnológicas. La comunalidad no es una ideología, sino una forma de vida, una que disuelve la falsa dicotomía del ser humano contra la naturaleza. Esto fomenta una relación simbiótica con el territorio, que emerge como la fuente, ya que toda la vida está interconectada a través de él17.

Esta forma de vida favorece la pluralidad, la reciprocidad, la complementariedad y el cuidado. Funciona a través de procesos de toma de decisiones en asambleas donde se solicita la participación de toda la comunidad, asegurando que no se deje voz sin escuchar. Forja autoridades que surgen de la dedicación al trabajo comunitario, y sus roles están en constante rotación para evitar la creación de jerarquías. Esta forma de vida ha permitido a las comunidades indígenas sobrevivir a los genocidios coloniales y resistir el matricidio (a la tierra).

Hay proyectos de infraestructura digital existentes que parten de la comunalidad, lo que resulta en autonomía de los gigantes tecnológicos en el sector. En Oaxaca, mi estado de origen, hay redes de telefonía celular indígenas18 que promueven la cooperación, la confianza y el compromiso compartido como valores, oponiéndose a la lógica del mercado, la individualización y el consumo. Estas redes se extienden a través de regiones remotas y son financiadas y mantenidas por las propias comunidades, y todos están invitados a participar para hacer posible la red. Tales proyectos demuestran que la tecnología no tiene que ser extractiva o impuesta desde arriba; puede surgir de las necesidades y valores de las personas, fomentando la autonomía en lugar de la dependencia.

Una implementación transitoria requiere la expropiación de infraestructuras digitales de empresas privadas. Cuando la expropiación completa no es inmediatamente factible, se puede implementar un modelo bajo equidad compartida entre entidades privadas, instituciones nacionales y comunidades locales que las albergarán. Las decisiones sobre la creación, el mantenimiento y la eliminación deben seguir procedimientos rigurosos y permanecer sujetas al escrutinio público. Esta redistribución de la equidad también desmantelaría el poder político que tienen estas empresas.

El propósito de la infraestructura digital debe decidirse colectivamente, especialmente con respecto a qué servicios realmente requieren disponibilidad 24/7 y una amplia potencia. Por ejemplo, mantener un servicio digital hospitalario es fundamental, pero no se puede decir lo mismo de 4chan. Decidir si millones de litros de agua potable deben canalizarse hacia la capacitación de un modelo de IA también es extremadamente importante y requeriría el involucramiento de la comunidad afectada. Esto se puede abordar comenzando desde un punto de vista de recursos limitados utilizando solo lo que la comunidad anfitriona está dispuesta a proporcionar y decidiendo colectivamente cómo asignarlo.

La infraestructura autónoma también se puede reforzar dentro del sistema actual. La federación a través de protocolos descentralizados como ActivityPub19 ha demostrado que las comunidades pueden hacerse responsables de sus servidores y comunicarse con sus pares sin que una entidad comercial gestione el ecosistema. Expandir tales modelos más allá de las redes sociales podría conducir a nuevas formas de autonomía digital, en Milpamérica ya estamos explorando esta posibilidad20.

Además, adoptar prácticas de compost engineering21 para replantear cómo se crea la tecnología y de computación frugal22 para reducir el extractivismo y extender la vida útil del hardware. Estas prácticas invierten la lógica y la tendencia que equipara el progreso con la producción continua de nuevas tecnologías, ignorando la extracción y el desperdicio como parte de ese ciclo.

El cambio sistémico de valores y la recuperación de la infraestructura digital son prácticas esenciales para avanzar.

Conclusión

La tecnología se vuelve peligrosa cuando se concibe como singular, estática y universal, cuando deja de ser un espacio para diversas formas de vida, narrativas y cosmoviones, y en su lugar se convierte en un instrumento de extracción y explotación, cuidadosamente diseñado para ocultar sus daños.

Para encontrar imaginarios alternativos, no necesitamos mirar muy lejos. Nuestros ancestros han desarrollado durante mucho tiempo tecnologías que mantienen las relaciones con la tierra y la vida al abrazar la interdependencia en lugar del dominio y reconocer nuestras propias vulnerabilidades. Estas cosmologías nos muestran que existe otro camino: uno en el que la tecnología no es una fuerza para controlar y dominar en una expansión infinita, sino una práctica arraigada en el cuidado, la dignidad y la reciprocidad, convirtiéndose en agentes en nuestra colectividad.

Mi imaginación me lleva a un lugar donde nos reunimos con la naturaleza como familia, donde contaminar un río o extraer minerales de una montaña es visto como un daño a un antepasado. Donde las comunidades organizadas se basan en el conocimiento intergeneracional para construir tecnologías sociables, convivenciales y totalmente apropiadas. Donde la tecnología no se mide por su escala o eficiencia, sino por su capacidad para sostener la vida con dignidad y convertirse en compañera en nuestra reunificación. Donde no estamos atrapados en la ilusión del crecimiento perpetuo, sino que reconocemos cuándo es el momento de descansar, transformar o incluso desaparecer sin dejar rastros destructivos.

Este es un mundo donde las infraestructuras son decididas colectivamente por las comunidades locales, reflejando las necesidades y los ritmos de sus territorios. Donde sus elementos, tangibles e intangibles, se mantienen bajo el control de las autoridades locales. Donde estas infraestructuras también habitan nuestro territorio, contribuyendo a la narrativa de nuestras relaciones con él y, por lo tanto, desmontando el mito de que solo las corporaciones privadas pueden construir buenas tecnologías.


Este texto es una traducción de mi ensayo “Sacrifice Zones: Greenwashing digital infrastructure for profit as an illusion for sustainability”, publicado para la compilación “Cosmologies of Internet Infrastructure” realizada por Esther Mwema.

  1. Zona de Sacrificio
  2. “Plug baby plug” - Emmanuel Macron
  3. AI Stargate Innitiative
  4. European Commission Clean Transition Energy and the Green Deal 2019 - 2024 Priorities
  5. Carbon Aware Computing
  6. Carbon Aware Computing: Next Green Breakthrough or New Greenwashing?
  7. Paradoja de Jevons
  8. Justice, social exclusion and indigenous opposition: A case study of wind energy development on the Isthmus of Tehuantepec, Mexico
  9. The energy transition in North Africa: neocolonialism again
  10. Hydropower histories and narrative injustice: state-owned energy companies’ narratives of hydropower expansion in Sápmi
  11. The Environmental Impact of Lithium Mining: The Hidden Costs of Powering the Green Energy Revolution
  12. New Gold Rush, Same Genocide
  13. Datos oscuros
  14. IEA: Data center energy consumption set to double by 2030 to 945TWh
  15. Study: Only 13% of provisioned CPUs and 20% of memory utilized in cloud computing
  16. PowerNap
  17. Jaime Martínez Luna - Eso que llaman comunalidad
  18. Rhizomatica y TIC
  19. ActivityPub
  20. Milpamérica - Semillero de futuros ancestrales
  21. The compost engineers and sus saberes lentos
  22. Frugal computing

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